domingo, 25 de julio de 2010

tres pasos para recorrer un laberinto

I

“Cézanne es el padre de todos nosotros”
P. Picasso, H. Matisse, y todos los Otros. Comienzos del S.XX

Se dice que Cézanne es el padre del Arte Moderno. Lo que no se dice es que la modernidad nos permitió elegir al padre caprichosamente. Enunciar un padre es escoger una tradición. Y es un acto creativo cuya forma ha mutado tanto como ha mutado la manera de hacer arte durante su historia.

El padre que escogió Cézanne fue Pissarro, refiriéndose a él como “Dios Padre”. En este sentido, es fascinante pensar en el arte rupestre hecho por mujeres. El arte rupestre es el primer referente artístico. Así, veinticincomil años atrás toda la historia del arte tiene padres que son mujeres. “Eternas diosas omnipresentes en toda creación antigua y presente”

Cuando un artista escoge una tradición, escoge un nombre, una proveniencia. Las relaciones de esta proveniencia con los interrogantes propios de una vida, trazan un sendero de sentido. Por esto, cuando Picasso enuncia a Cézanne como un padre, se legitima la relación del Postimpresionismo con el Cubismo y se entiende por qué Pablo Diego José Ruiz Picasso escogió su nombre cómo quien escoge las mejores vistas y las dispone angularmente sobre el plano.

II

“Tengo en mi mundo un jardín, que crece gota a gota como el amor”
G. Arriaga 1382

Rara vez un artista tiene la suerte de encontrar un camino en su propio padre. Y rara vez ese camino es un laberinto tan complejo y tan esperanzador como lo puede llegar a ser la imaginación, cuando busca subvertir la realidad y soñar con ella.

III

“Una exposición de Sebastián Arriaga y David Anaya en consonancia con el sonido y el movimiento de Rebecca Bogue y John García”
Galería 3er Módulo 2010

La exposición que hoy nos convoca se puede recorrer como quien recorre un laberinto univiario. No es un laberinto con caminos alternativos, porque no hay bifurcaciones. Más bien hay encuentros y continuidades. Así, hay un pasado que guía los dibujos de marcos blancos y tinta negra. Hay una hermandad que se enlaza con los dibujos de cuerpos incompletos y geométricos. Y hay una celebración visible que abraza todo lo anterior gracias a los sucesos -que como diálogos- hacen posible el cuerpo, el movimiento y el sonido que los aglutina.

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