miércoles, 30 de junio de 2010

Tripartita


La antigüedad del metal se escucha en su timbre. Y hay serenidad en la base de un triangulo. También hay pirámides calmas que por su peso reposan, esperan. Y hay torres triangulares arrogantes, que se estiran indiferentes, elegantes, orgullosas.

Hay un triángulo azul palpitante en cierto camino que recorre la pintura. Y hay un triángulo metálico que cuelga de un atado de cabello. Este último es un triangulo que vibra y cuya punta es tan inquietante como la de cualquier otro, a pesar de no punzar al cielo sino a cierta forma corporal, invisiblemente femenina. De este triángulo colgaron cuatro más que son como una orquesta minúscula capaz de reinventar el universo que la hace posible.

Hay una pared pintada que es vestigio de un tránsito, de un suceso musipictórico que dialoga en mi memoria como un infinito, como un advenimiento místico que celebra la llegada de un tiempo contenible. Gracias J.G.

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