martes, 11 de mayo de 2010

Los Encapuchados



Habría querido ser a-político. Y había creído serlo, asumiendo esa aparente ligereza.

Había creído también, que lo político en el arte era una decisión consiente, voluntariosa. Casi como un compromiso que los artistas se hacen, y que se basa en argumentos sólidos que incitan a trabajar por aquella causa diariamente. Y así parece en realidad, sobre todo cuando uno evoca aquel lugar común al que se llama la responsabilidad social.

Si bien es cierto que hay ciertas responsabilidades que se nos imputan, a veces indefectiblemente, creo que la responsabilidad puede ser más bien la capacidad de respuesta que tenemos frente a ciertos interrogantes.

En ese sentido una obra política, que se ubique en la dimensión pública de su significado, es una forma de diálogo. Lejos de alusiones evidentes, la obra política es el instante en el que la imagen muestra su perfil en fondo blanco, mirando al frente, y de 3 x 4 cms.

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